La Eucaristía es el centro vivificador, cumbre de la
espiritualidad, de la comunión y acción. Es siempre de la Eucaristía que la
claretiana parte para servir a los pobres y hacia ella vuelve a fin de realimentar
su espíritu y sus energías apostólicas. En la Eucaristía están presentes, el
sacramento, la redención y la realización de la acción misionera de Cristo.
Ella es misterio de adoración, invita a participar del sacrificio redentor de
Jesús y es fuente y vértice de toda la espiritualidad y donación apostólica.
La Congregación cultiva con fidelidad la práctica diaria de
la adoración eucarística, como
celebración del misterio de Cristo, expresión de amor y comunión con el Señor y compromiso con los
hermanos.
“Para la Misionera Claretiana la Eucaristía y el Inmaculado Corazón de
María constituyen un único amor.”
María es invocada bajo
el titulo del Inmaculado Corazón de María y venerada como Madre, Maestra y
Reina, la primera discípula y primera evangelizadora, aquella que acompaña y
orienta a cada claretiana en el
seguimiento de Jesús y en su trabajo apostólico.
El Corazón de María es
modelo del corazón misionero, sensible,
abierto y disponible a las necesidades de los hermanos que desborda de
amor a Dios y al prójimo (cf. Const. 9).
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